24 mayo 2011

La izquierda tras el 15M: el efecto mariposa


Probablemente nadie creía que una semana después de las manifestaciones del 15M, convocadas por la plataforma ciudadana Democracia Real Ya, las calles de unas cuantas ciudades españolas iban a rebosar de semejante espíritu  revolucionario. Los acontecimientos de esta semana podríamos decir que responden a ese patrón que los científicos denominan efecto mariposa que viene a decirnos que en los hechos sociales, como en la meteorología, el aleteo de las alas de una mariposa en una punta del mundo provoca un huracán en el extremo opuesto.

Para intentar hacer unas cuantas reflexiones sobre la cadena de acontecimientos vamos a partir del hecho, de que el aleteo de la mariposa carece de intención o, al menos, carece de la intención de provocar un fenómeno de las dimensiones del huracán o la tormenta que se gesta a varios miles de kilómetros, algunas horas después, seguramente cuando la mariposa ya está muerta. Creo que existen importantes similitudes entre la mariposa y DRY. Sin llegar a sugerir que la  plataforma DRY esté muerta una semana después del 15M, sí que creo que dentro de las intenciones de los integrantes de esta plataforma -o de parte de los mismos- no se encontraba provocar un movimiento de las características del que representan el conjunto de asambleas de plaza reunidas desde los días posteriores a la manifestación.
DRY surge en la red, a partir de movilizaciones virtuales contra la ley Sinde, y es un colectivo que se define como trasversal, sin definición política en el espectro izquierda-derecha y compartiendo una común indignación contra políticos y banqueros. En su carta de presentación web, la plataforma manejaba dos documentos. El primero era un manifiesto en el que se reconocían como  plataforma de ciudadanos indignados de diferentes tintes políticos que planteaban cambiar el actual estado de las cosas a través de la movilización. El segundo documento era un conjunto de propuestas, muchas de ellas de carácter económico, orientadas en gran medida a restar influencia a los mercados y al
capital en las decisiones políticas: se hablaba de tasa Tobin, de control de las entidades financieras, de reducción de la jornada laboral,etc. El primer documento es vago y no  concreta nada; puede ser asumido tanto desde una sensibilidad socialista, como liberal, anarquista o, incluso, desde la extrema derecha. El conjunto de  propuestas, sin embargo, tiene una claro sesgo de izquierdas, al menos si se entiende la izquierda como una posición política dispuesta a hacer reformas que limiten el poder de las élites económicas y pongan los intereses de las mayorías sociales, de la clase trabajadora, por delante de los intereses de la banca, de los empresarios, etc.

Desgraciadamente, la plataforma DRY, no sé si con la intención de sumar más o porque dentro de sus filas estaba presente de manera importante también una sensibilidad liberal contraria a esas medidas de izquierdas, se centró a lo largo de la semana pasada en difundir el manifiesto dejando, en gran medida, de lado las propuestas. El manifiesto entronca perfectamente con los discursos de
una parte de la población que no quiere participar en política sino que reclama la excelencia moral de los políticos, achaca a los partidos, a todos, porque según ellos todos son iguales, las culpas de la corrupción y el desgobierno y reclama gestores, tecnócratas, que gestionen bien los recursos públicos; en definitiva, no contempla plantear propuestas porque piensa que para eso están los políticos. No hace falta decir que la proyección política de este discurso difícilmente puede ser demasiado democrática y que desembocaría de generalizarse bien en una tecnocracia, si se prima los conocimientos técnicos de los gestores, bien en un gobierno autocrático, si lo que se prima es la excelencia moral.
Por otro lado, hay que apuntar que las asambleas, la movilización en la calle, se han organizado de manera autónoma a la plataforma DRY y han creado un desconcierto importante tanto en los medios de comunicación como en la propia DRY, algunos de cuyos miembros se mostraban notablemente “nerviosos” por la pérdida de control sobre el movimiento. En las asambleas de calle han participado personas que hasta la fecha se encontraban desmovilizadas,  estudiantes, parados, indignados en general, aunque también personas que ya formaban parte de movimientos sociales.
Es notable sin embargo, que el germen de estas movilizaciones ha estado, en gran medida en personas que hasta la fecha no estaban movilizadas políticamente o solamente lo estaban a través de la red. Activistas de diferentes movimientos se han ido sumando pero, en la mayor parte de las ocasiones a título personal y es de destacar la miopía que han mostrado gran parte de los
movimientos sociales de izquierdas, con la excepción del movimiento  asambleario, en su tardanza en apoyar abiertamente todo lo surgido tras el 15M. En cualquier caso las propuestas debatidas, la forma de trabajo de las asambleas y la sensibilidad de la mayoría de los participantes en las mismas, tienen un claro color de izquierda, que está creando fricciones con las posturas más liberales de
algunos de los fundadores de DRY que han acabado concentrándose en una  medida que supuestamente generaría consenso y que tiene que ver con la reforma de la ley electoral y la introducción de listas abiertas.
Personalmente estoy de acuerdo con la supresión de la ley D'Hont y la creación de una circunscripción única para el Congreso, pero pensar que la actual situación de progresivo recorte de derechos se va a solucionar con una reforma de estas características es pecar de ilusos.
Pasadas las elecciones cabría preguntarse qué quedará del movimiento 15M. Probablemente algunos de los que estuvieron en las concentraciones multitudinarias estarán hoy contentos por los resultados que la derecha ha obtenido en las elecciones. Probablemente la plataforma DRY se vea
fortalecida con nuevas incorporaciones y probablemente se creen luchas internas en su seno entre los fundadores y los nuevos incorporados, entre los que plantean salidas de izquierdas y los que creen que es suficiente con modificar la ley  electoral. Probablemente algunos de los desmovilizados que salieron a la calle hallen su coartada para permanecer otros diez años desmovilizados bajo el
lema “yo estuve allí” o “todos los partidos, todos los sindicatos, todas las asociaciones son iguales, sólo yo soy moralmente puro”.
Pero más allá de las especulaciones, queda la esperanza de que esto haya sido una toma de conciencia para todos de la importancia de la participación en la política, de que se nos abra claramente la perspectiva de que tenemos un problema común que se podría resumir de la siguiente manera: los intereses de las minorías con poder económico están sobre-representados en las
políticas de los gobiernos mientras los intereses de las mayorías no se tienen en cuenta. A partir de hay sería interesante preguntarse por qué ocurre esto, por qué la izquierda organizada es incapaz de movilizar a muchas de las personas que se han movilizado estos días o por qué partidos políticos que plantean programas que van orientados a restar poder a las élites económicas, que se han
opuesto a la reforma laboral o a la reforma de las pensiones, no consiguen recabar apoyos suficientes. Sin olvidar que para lograr una democracia real hará falta bastante más que modificar la ley electoral , que no se puede dar poder a unos sin quitárselo a otros y que, en definitiva, y pasando por alto las disquisiciones terminológicas esto no se puede lograr sin políticas de izquierdas que se opongan frontalmente a la deriva neoliberal en la que estamos inmersos. Respecto a los indignados, no me cabe duda de que la gran mayoría son de izquierdas,.. aunque quizás algunos, todavía, no lo sepan.

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