10 abril 2014

Lev Tolstoi, el anarquismo y el otro Ivan Ilich


Exponemos a continuación algunos materiales complementarios para aquellos que hayan terminado con la lectura de La muerte de Ivan Ilich, el libro que será objeto de debate en el Libros Y Cañas del próximo viernes 11 de abril (Antiguo Ambulatorio 19:30). En primer lugar os dejamos un texto que habla sobre el anarquismo de Tosltoi, un anarquismo de base cristiana inspirado en Henry David Thoureau que sirvió a su vez de inspiración a otros autores anarcocomunistas como Piotr Kropotkyn. 
En segundo lugar tenemos un texto sobre las ideas pedagógicas de Ivan Ilich. Este autor, tocayo del personaje de Tolstoi es conocido por sus propuestas radicales en materia educativa, especialmente por su libro La sociedad desescolarizada en el que hace una crítica devastadora a la institución escolar,


¿Era Tolstoi anarquista?

Kaosenlared.net / Pepe Gutiérrez-Álvarez

Es bastante posible que Lev Tolstói hubiera estado de acuerdo con aquel militante andaluz que, según se cuenta del Congreso de la CNT de Zaragoza en 1936 (o sea, al borde del abismo), dijo aquello tan lindo que para hablar de anarquismo había que enjuagarse varias veces la boca…La expresión era, es hermosa, y podía servir para todas y cada uno de las grandes ideales que han iluminado la historia social. Se ha discutido, se discute sobre el anarquismo del escritor y aristócrata ruso que fue un cristiano sin Dios ni Iglesia, un cristiano de obras, de una filosofía por una buena vida basa en el trabajo atrayente y la fraternidad por encima de las razas o los credos. Está claro que su anarquismo ha quedo más como curiosidad que como expresión militante, y no fueron pocos los anarquistas que, aunque apreciaron su obra y apostolado pedagógico, rechazaron su pacifismo de la otra mejilla. Sin embargo, hubo muchos Tolstóis, y habría valorar algunos de ellos en esto del anarquismo. De entrada, Tolstói fue uno de los escritores que más influyeron en la formación y en la evolución de aquellos obreros y obreras que encontraron en sus libros una escalera, la más atractiva y asequible posible. En un libro que recoge los testimonios orales de veteranos anarquistas, el historiador   Paul Avrich (especialmente conocido pro sus libros sobre el anarquismo ruso y la tragedia de Kronstadt), anota una y otra vez esas lecturas, de las primeras, y en todas ellas encuentran una veta de la que, personalmente, me he sentido partícipe cuando me inicie en las lecturas, a saber: el influjo de una sentimiento de autoestima entre los campesinos y trabajadores, notas ya presentes en sus primeras obras, en Guerra y paz por supuesto, cuando Tolstói todavía estaba muy lejos de la crisis que le llevó a cuestionarse su fe y su papel en la sociedad.

Tolstói empero fue reconocido por otros muchos anarquistas como uno de ellos, como alguien que quería lo mismo que ellos. Que Kropotkin con el mantuvo una relación amistosa desde lejos, amén de un sentimiento de admiración mutua.   Como Max Nettlau, conocido como “el Herodoto de la anarquía” que lo entendió como una forma de anarquismo pacifista que él también veía en las sectas cristianas más consecuentes…Normalmente estudiado desde las perspectivas más radicales y violentas, es posible que un estudio más minucioso y horizontal,   nos permitiría descubrir a numerosas personas que fueron militantes de la CNT, y que lo tenían por encima que Bakunin, y algunos he podido conocer personalmente.

Seguramente, estos habrían estado de acuerdo con esta nota escrita por Rafael Barrett poco antes de morir, y escrita poco después del entierro en verdad multitudinario del autor de resurrección, un entierro encabezado por campesinos, y en el que no hubo sacerdotes, y si asistió alguna autoridad, tuvo que ser entre la muchedumbre. En cuanto a la nota, está incluida en su Obras completas (Buenos Aires, Americalee, 1943, pp. 535-6).

“En 1879, a los cincuenta y un años de edad, el conde León Tolstói es famoso dentro y fuera de Rusia. Sus libros se traducen a todos los idiomas. Su esposa y sus hijos le adoran y sus mujiks le veneran. Sus costumbres sencillas, el aire libre de los campos, le han hecho sano y recio como un roble. Salud, renombre, riqueza, hogar, supremacía social... ¿qué le falta? ¡Le falta todo, todo! Le falta la paz interior, y si pudiese vivir sin ella, no sería Tolstói lo que es, lo que va a ser. ¿Cuál es el sentido de la vida? Y si la vida no tiene sentido, si el universo es una máquina ciega, desbocada al azar, ¿para qué vivir? La idea del suicidio se apodera de este vencedor, colmado por la fortuna; sus amores son ahora la escopeta de caza, la cuerda en el granero, el remanso donde anida la muerte. ¡Congoja última, parto del hombre nuevo! El santo aparece. Tolstói se ha encontrado a sí mismo, al encontrar a Dios. Dios es «lo que hace vivir». [...]

En Tolstói, el ascetismo estético se confunde con el ascetismo moral, el poeta con el profeta. Es el anarquista absoluto. La tierra para todos, mediante el amor; no resistir al mal; abolir la violencia; he aquí un sistema contrario a toda sociedad, a toda asociación, [...] porque toda ley, todo reglamento, toda forma permanente del derecho --derecho del burgués o derecho del proletario--, se funda en la violencia. ¡Y decir esto en Rusia! El Santo Sínodo excomulga a Tolstoi, sus libros son secuestrados, sus editores deportados. Es el revolucionario y el hereje sumo.

Es el enemigo del Estado, de la Iglesia y de la Propiedad, puesto que ama a su prójimo. El que ama, no quiere inspirar terror, sino amor. Y ¿cómo, si renunciáis a mantener el terror en los corazones de los débiles, seguiréis siendo Jefes, Dueños, Sacerdotes? [...]

Y, sin embargo, Tolstoi era un prisionero, un perseguido: prisionero de su gloria, perseguido por la ternura de los suyos. El escrúpulo de ajustar su conducta a sus doctrinas, le atormentaba constantemente. En lo que le fue posible, se despojó de sus propiedades, de sus derechos de autor. Se vistió con los vestidos del pueblo; se alimentó como los pobres, de un puñado de legumbres; se sirvió a sí propio, se hizo sus zapatos y sudó sobre el surco. Pero su conciencia pedía más, y sus discípulos también. ¿Por qué los cuidados de su familia, los halagos de los amigos y de los admiradores? ¿Por qué preferir los hijos de su carne, él, padre de tantos hijos del dolor? Había que cumplir el supremo sacrificio, y el 10 de noviembre, de madrugada, en secreto, como un malhechor, el gran anciano se escapa de su casa. ¿A dónde? A la muerte. Para subir más alto, le era ya forzoso abandonar la tierra”.

Para acabar, recordemos un fragmento de la última que Tolstói escribió a su esposa:

“No me busquéis. Necesito retirarme del ruido y de todo lo que me perturba. Estas eternas visitas, estos eternos solicitantes, estos representantes de cinematógrafos y de gramófonos que me asedian [...] emponzoñan mi vida. Es preciso que yo me retire. Se lo debo a mi alma y a mi cuerpo de pecador, que ha vivido ochenta y dos años en este valle de miserias. Durante treinta años he soportado la mentira mundana, la del lujo, la del confort. Estoy cansado de ella y quiero acabar en la pobreza mi vida desgraciada”.

Ivan Ilich y la sociedad desecolarizada

Movimientos de Renovación Pedagógica
Tras finalizar la II Guerra Mundial las principales potencias mundiales, E.E.U.U. y la URSS, tenían un objetivo común, el desarrollo. Uno de los factores más destacables para el progreso era el crecimiento tecnológico.
Durante los años 60 se crea una idea utópica en torno a las posibilidades que ofrecían las nuevas tecnologías, se consideraba que estas eran un símbolo de la liberación de la sociedad y de la prosperidad económica. Sin pensar que la tecnología representa la deshumanización, alienación y dominación. Tras ver estos efectos, surgieron dudas sobre lo positivo de las nuevas tecnologías. De este modo, diversos autores, como algunos de los pertenecientes al movimiento romántico, lo expresaron de forma continuada en sus obras.Illich.jpg
Debido a los numerosos incidentes problemáticos ocurridos en los años 70, la utopía tecnológica cesa a gran escala, creando temores en el presente y horrores hacia el futuro. Esta visión pesimista se prolongó hasta los años 80.
Tras haber estudiado brevemente el contexto histórico en el que se desarrolló Iván Illich, podemos pasar a exponer su vida. Illich nació en Viena en 1926, estudió desde 1931 a 1941 en las Escuelas Pías. Debido a sus antepasados de origen judío y la aplicación de las leyes antisemitas fue expulsado, teniendo que terminar sus estudios secundarios en la Universidad de Florencia para más tarde cursar en la Universidad Georgiana de Roma teología y filosofía, obteniendo posteriormente en la Universidad de Salzburgo el doctorado en historia. Iván Illich a pesar de haber sido escogido por el Vaticano para la carrera diplomática, optó por el ministerio pastoral donde fue nombrado vicepárroco en una iglesia de Nueva York, donde permaneció desde 1951 a 1956.
En 1956 Illich abandonó Nueva York y se marchó a Puerto Rico donde ejerció el cargo de vicerrector en la Universidad Católica de Ponce. El interés que sentía por lo que él denominaba como “sensibilidad intercultural” lo llevó a crear el Instituto de Comunicación Intercultural. Su relación con la Universidad de Ponce se vio acabada en 1960 debido al desacuerdo que sentía Illich con el obispo de la diócesis por las prohibiciones impuestas a los católicos de su jurisdicción y el abuso de poder que este ejercía. Durante los cuatro años que residió en la isla Illich se dedicó a la difusión de sus radicales ideas por toda Hispanoamérica, lo que le otorgó un gran reconocimiento y por ello asesoró de forma directa en la política boliviana en el ámbito educativo.
Illich regresó a Nueva York, donde aceptó el puesto de catedrático en la Universidad de Fordham. Para seguir con su empeño de fortalecer las relaciones interculturales, Illich fundó en 1961 el Centro Intercultural de Documentación (CIDOC) en la ciudad de Cuernavaca, en México. Durante años el CIDOC fue el punto de encuentro de muchos intelectuales americanos y latinoamericanos basándose en la reflexión sobre la cultura y la educación.
Hacia los años 70 Illich comienza su crítica hacia la Iglesia católica ya que su visión hacia ella cambia y la acaba describiendo como una gran empresa, más adelante esta visión la extiende también hacia las instituciones escolares y debido a su crítica Illich durante varios años llevará a cabo la propuesta de crear una sociedad desescolarizada. Sus ideas acabaron convirtiendo al CIDOC en un centro de controversia eclesiástica, por lo que Illich en 1968 secularizó el CIDOC y en 1969 abandonó su puesto sacerdotal.
A mediados de los años 70 Illich se aleja de América Latina aunque sigue residiendo en México pero dirige sus escritos a la comunidad académica internacional. Al comienzo de los años 80 Illich abandona México y se va a vivir a Europa.
Durante los años 80 y 90 se dedicó a dar conferencias y seminarios en diversos países, razón por la que se hizo famoso mundialmente, ya que así difundió sus ideas radicales a cerca de la sociedad, de la escuela y de la Iglesia católica.
Iván Illich falleció el 2 de diciembre de 2002 en la Universidad de Bremen en Alemania.
Principales obras del autor

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Entre sus obras destacan algunas como “La escuela, esa vieja y gorda vaca sagrada” (1968); “Una sociedad sin escuela” (1971); “Herramientas para la convivencialidad” (1973); “La sociedad desescolarizada” (1978); “La escuela y la represión de nuestros hijos” (1979); “Ecofilosofías” (1984); “La educación y H2O y las aguas del olvido” (1989), en colaboración con el famoso escritor Paulo Freire.
Pensamiento pedagógico

Según Illich la educación en la época de las décadas 60 y 70 se caracterizaba por dos motivos, uno de ellos es que la educación era excesivamente cara y, el otro era que estaba dirigida hacia el fracaso. Para argumentar este pensamiento, Illich hace referencia al coste de la educación y sus escasos resultados. Sin embargo, a él le parecía aún más grave que la educación estuviese dirigida solo a un pequeño grupo, el grupo pudiente, puesto que la educación era autofinanciada. Por tanto la población pobre no podía permitirse una educación digna, puesto que nunca alcanzarían los estudios de los “ricos”, además Illich acusa de una mala gestión pública por lo que cree más conveniente la desinstitucionalización de los objetos educativos partiendo de la idea de que así se conseguía una educación más formadora y menos costosa.
La escuela, para Illich se entendía de tres modos distintos:
-Desde el punto de vista económico en el que la escuela era un mero comercio encargado de crear las necesidades y los valores institucionalizados con la intención de crear a los nuevos consumidores.
-desde el punto de vista político, la escuela se entendía como reflejo de la sociedad, haciendo una metáfora entre educación y religión poniendo de manifiesto que:

”La escuela se ha convertido en la religión universal del proletariado moderno, una religión que hace promesas vanas de salvación para los pobres de la era tecnológica. El estado ha adoptado esta religión y hace entrar a todos los ciudadanos en un sistema escolar jerarquizado en el que cada etapa finaliza con un título que recuerda a los rituales de iniciación y las promociones sacerdotales antiguas”.1


-Por último, otro modo de verla es desde el punto de vista educativo, por el cual, la escuela tiene un puesto inferior, casi inexistente dentro de la educación, puesto que, la mayoría de lo aprendido es a través de vivencias al margen de la institución de la escuela. A demás, la instrucción pública sólo se lleva a cabo durante un periodo de la vida, cuando debería ser un proceso continuo.
A continuación, vamos a hablar de un punto en concreto de la obra de Iván Illich, que es “El movimiento de desescolarización”. Este movimiento se inició a mediados de los años 60, pero cobra su máximo protagonismo a principios de los 70 del siglo XX. Este concepto aparece por primera vez en su obra “La sociedad desecolarizada”. En el no proponía la eliminación de las escuelas, sino crear un nuevo modelo de educación.


1 “Les Temps Modernes, noviembre,1969, núm. 280 pp.680 y ss. Hannoun, H. “Iván Illich o la escuela sin sociedad” (1976). Barcelona: Ediciones Península, pp. 39-40.

Fue en este momento cuando surgió una crítica radical que se dirigía no sólo a la escuela, sino también a su contexto social, político y económico. Destaca el movimiento desescolarizador, denominado así porque sus promotores propusieron suprimir la escuela como estrategia para solucionar los problemas que planteaban las sociedades industrializadas avanzadas. La escuela, como institución descalificaba todo esfuerzo de renovación pedagógica y se trataría de cambiar radicalmente las estructuras escolares institucionalizadas que han servido de base para la educación y que han desembocado en la enseñanza formal, con instituciones tales como las escuelas, los colegios, institutos, y las universidades, en oposición a la educación natural y fortuita que proporcionan la vida y la experiencia.
La desescolarización.
El término desescolarización se utilizó para referirse a un conjunto de procesos que llevarían, una vez se hubiera suprimida la escuela, a la desalienación del hombre y a una sociedad justa y humanizada. Además este término hace referencia a una corriente de pensamiento dentro de la pedagogía contemporánea.
Todo este pensamiento venía fomentado por una serie de cosas que él consideraba que la escuela no hacía bien, y a continuación daremos algunos ejemplos.
Illich pensaba que la escuela es la iniciación en el mito del consumo ilimitado puesto que considera que la escuela vende el saber. Esto lo fundamentaba diciendo que “la mercancía era la escuela, la cual es venida a los padres contribuyentes y a los niños. Finalmente, un sistema de reparto de buen funcionamiento, que sería el maestro, lleva el producto elaborado a los consumidores, los alumnos”. Como conclusión, sería que Illich, creía que si el desarrollo era concebido como un crecimiento ilimitado de consumo, jamás podría conducir a la madurez humana.
Otro de los factores que criticaba era que los programas de formación escolar exigía constantemente la introducción de nuevos campos, aún cuando los ya existentes satisfacen las necesidades de los niños. Al igual que pensaba que la discriminación se soportaba e incluso era aceptada por aquellos a los que les tocaba perder.Illich1.jpg
Lo anterior expuesto, le hizo plantear algunas alternativas a la escuela obligatoria, porque pensaba que la mayor parte de los hombres aprenden fuera de la escuela lo que ellos saben y valoran.
La alternativa que Illich planteaba era crear un nuevo estilo de aprendizaje dentro de las relaciones educadoras interhumanas, en definitiva un aprendizaje que no se saliese de las relaciones de los hombres con su ambiente. Sin embargo, creía que para que esto fuese posible tendrían que cambiar muchas cosas, pero principalmente la actitud frente al proceso de enseñanza y ante el desarrollo humano de cualquier tipo. También, debería de cambiar las cualidades de nuestra vida diaria y nuestra postura ante los medios de enseñanza de los cuales ya disponemos.
En definitiva, el apoyaba la idea de confiar en la voluntad de aprender motivada por sí misma y no confiar nuestro aprendizaje a los demás. Ya que para ello solo hace falta interés por aprender, compromiso de una sociedad educadora, en vez de permitir que se siga inculcando la información que las instituciones nos quieran dar.
No obstante, para que esto fuera posible tendría que haber tres objetivos que serían:
-Poder acceder a cualquier medio de aprendizaje a lo largo de la vida.
-Transmitir la información de unos a otros.
-Libre elección de poder transmitir el saber que el individuo tiene.
Para que fuera posible estas alternativas, le daba importancia a fomentar la independencia en los avances técnicos, también consideraba que en vez de concebir la materia como un conjunto de asignaturas aisladas deberíamos clasificar la información en cosas y hombres.
Cuando él habla de la posibilidad de aprender sin escuela, es porque el cree que lo que un hombre aprende a lo largo de su vida depende del ámbito en el que este y de sus relaciones con éste. El argumento que sostiene es que al final, el alumno odia aprender sobre el objeto porque lo asocia con el trabajo escolar, así como el acceso a la escuela lo asocia a motivos económicos.
Otro de los factores que considera importante es aprender a través de los juegos, los cuales piensa que aquí no se llevan a cabo demasiado y en caso de que se lleven a cabo son con carácter de rivalidad.
También hace alusión a la diferencia que hay entre las personas ricas y pobres. En el ámbito escolar, se dice que todas las personas tienen derecho a una escuela. Sin embargo, el dice que en el mundo capitalista se niega la entrada a la escuela a muchos niños alegando casi siempre que es propiedad privada, haciendo que los niños que quieren aprender no tengan acceso a la misma.
Por otro lado Illich habla de enseñar sin escuela, ya que un alumno que quiere aprender libremente una habilidad, según él solo necesita a otra persona que le responda a su petición y le enseñe aquello que quiere aprender. Sin embargo en nuestra sociedad escolarizada se exige que las personas que tienen algo que enseñar, deban tener un titulo. Además, cree que el abuso que tenemos de las calificaciones reduce la libertad de aprender en toda la población.
Por tanto, la escolarización así según este autor, produce la falta de personas ejercitadas y versadas en conocimiento.
No obstante, espera que en el futuro se transmitan los conocimientos a través de procesos de comunicación entre los que enseñan y los que aprenden. Para que esto sea posible haría falta romper ciertas barreras en el enseñar y como consecuencia en el aprender.
Para romper alguna de estas barreras propone dos caminos, cuyo objetivo sería facilitar a los maestros no diplomados el acceso a los medios públicos. Estos caminos son los siguientes:
Dar fondos para la formación de grupos que carezcan de medios, con el objetivo de que puedan visitar los centros de enseñanza.
La creación de bancos para el intercambio de conocimiento, lo cual podría facilitar el aprendizaje en una sociedad desescolarizada. El funcionamiento sería la utilización de créditos, y solo aquellos que hubieran enseñado algo a los otros, en cierto tiempo, podrían aspirar a disponer de una cualificación más alta.
Desde el punto de vista pedagógico, Illich considera que la formación sin escuela despertaría la búsqueda de conciudadanos con sabiduría práctica dispuestos a ayudar a aquellos que quieran aprender durante su vida.
También cree que en la sociedad sin escuela habría dos tipos de profesionales para la formación:1) Planificadores y administradores: organizan y suministran la red de distribuidores del intercambio de conocimiento, explicada anteriormente.
2) Consejeros pedagógicos: Orientan tanto a los padres como a los alumnos del uso de la red de distribuidores.

Como conclusión final y resumiendo lo que Iván Illich quería expresar diremos que defendió la idea de que todos los ciudadanos tienen la misma posibilidad tanto de aprender como de transmitir conocimientos. Ya que sus objetivos son tres:

1) El acceso a la enseñanza será libre y se quitara el control que tienen actualmente algunas personas o instituciones.
2) La transmisión de conocimiento queda libre de diploma, calificaciones… Dando libertad a todos los ciudadanos para enseñar y ejercitar libremente lo que ellos quieran.
3) El individuo tendrá la ocasión de determinar quien será su compañero de aprendizaje y los maestros así como los asesores pedagógicos y la orientación intelectual. En consecuencia, abandona la idea de obligar al individuo a adaptarse a las exigencias que le ofrece un estado profesional establecido.

Iniciativa educativa/escuela/institución… creada 
Illich, como ya hemos dicho antes, fundó el Centro Intercultural de Documentación (CIDOC), en 1961, en Cuernavaca (México) junto con otros intelectuales. Debido a las críticas dirigidas hacia las instituciones representativas de lo que se denominaba como “progreso” ganó prestigio. Debido al gran prestigio adquirido, el centro atrajo a numerosos intelectuales, entre ellos podemos destacar a Erich Fromm, Paul Goodman, Ramón Xirau, entre otros.
Este centro se constituyó como un centro de difusión sobre las ideas desescolarizadoras y las alternativas que este movimiento proponía. Allí, Illich elaboró su teoría donde reconoció la influencia de Reimer, con el que dialogó durante un largo período de tiempo.
Jean Robert, arquitecto y amigo de Illich describió este centro como un lugar de debate intercultural que a través de su empeño intentaba incluir tanto a países pobres como ricos a igualdad de condiciones.
Sin embargo el CIDOC se disolvió en 1976, según Illich esto fue debido a la fama que había obtenido este centro, puesto que el gobierno lo veía como una “cuna de guerrilleros” por lo que consideraron que esta era la mejor manera de permitir seguir con su vida a todos sus colaboradores.
A principios del 2010, en Puerto Rico, se puso en marcha un proyecto Beta-Local, de este podemos destacar la Escuela Pública, La Iván Illich. Creada de forma experimental con una estructura abierta al público con la intención de poder crear cada día nuevos métodos de enseñanza como cursos nuevos y talleres de forma libre.
La Iván Illich trata sobre temas prácticos y de pensamiento estético, dando también un gran valor a los distintos aspectos de la vida. Gracias a este centro es posible que personas de todo el mundo se comuniquen y mantengan clases magistrales sin estar en el mismo lugar, puesto que han creado su propia página web, donde es posible recibir clases además de dar tus propias opiniones y sugerencias para mejorar esta práctica educativa.
Debemos añadir que está todavía en proceso de prueba y que se interesa por temas que no se dan en las instituciones académicas existentes, puesto que no suelen funcionar dentro de la estructura tradicional.
Los cursos se imparten a través de la web pero también en la Escuela, en la que cualquier persona se puede inscribir en cualquier curso, sin importar su condición.

Críticas realizadas a Iván Illich.

Las críticas realizadas a Iván Illich han sido numerosas. Algunos de los autores que realizaron una crítica a este autor han sido: Hans Friemond, Walter Dirks, Günther Nenning, Hartmut von Hentik..
El autor que comenzó el debate fue Hartmut von Hentik, el cual introdujo su crítica en el libro “Cuernavaca o alternativas a la escuela obligatoria”.
Hans Friemond contradice el pensamiento de Illich, al cual acusa de ingenuidad política y de usar la religión como fuente de ataque para la escuela.
Friemond considera un razonamiento malo la idea de enseñar – aprender a través de la formación causa-efecto.Por ello opina que si, para Illich la condición para el resurgimiento de una nueva sociedad es la desaparición de la escuela. Para Friemond, la abolición del sistema escolar no aporta una nueva sociedad, sino que la supone.
Sin embargo, la reacción de Walter Dirks es mucho más energética que la expuesta en el párrafo anterior, puesto que él nos hablara de las consecuencias probables que habrá si el modelo de formación escrito por Illich llegara a ser real.
Dirks considera que el inicio de la escuela obligatoria fue uno de los descubrimientos más importantes de nuestro tiempo. Del mismo modo, cree que la desaparición de la escuela obligatoria supondría una vuelta al barbarismo[2].
Por otro lado y con un punto de vista un distinto está Günther Nenning. Este autor opina que no se puede prescindir de la escuela obligatoria, sacando como conclusión que la escuela ha sido indispensable a lo largo de todos los siglos para los medios dominantes.
Un factor que es importante remarcar es el libro que escribió Tolstoi sobre Iván Illich, el cual titulo “La muerte de Iván Illich”. En este libro, divido en seis capítulos se narra la vida de Iván Illich.
Después de su lectura podemos comprender que el nivel socio-económico no es decisivo en el progreso de la vida y de la muerte, porque como da a entender Tolstoi en esta obra ó no por rico te vas a librar de la muerte ni por pobre vas a morir antes.
En este momento es donde vemos la similitud de pensamiento entre ambos autores, ya que Illich defendía que la educación debía de ser para todos ricos o pobres.
En definitiva, todos antes ó después llegaremos al mismo punto que es la muerte, pues entonces hagamos agradable la vida de todos nosotros.
De por si, en los últimos capítulos de esta obra, deja de hablar del “dolor físico” para hablar del “dolor moral” al darse cuenta que no ha vivido la vida como debería. Entonces es cuando se replantea su vida, con el objetivo de encontrar sentido al tiempo que ha vivido.

[2] Incorrección que consiste en pronunciar o escribir mal las palabras, o en emplear vocablos impropios.

Conclusiones

Tras haber estudiado el pensamiento de Iván Illich, hemos sacado las siguientes conclusiones:
Que fue muy criticado en su época, porque sus ideas eran consideradas excesivamente radicales.
Su primer planteamiento lo enfocaba hacia la eliminación de la escuela, sin embargo, lo que él realmente pretendía era reformarla en algunos aspectos.
Como opinión personal, su idea principal era una buena manera de garantizar una educación digna para todos, sin importar su estatus social, ni su edad, puesto que él defendía que la educación se tendría que transmitir de sujeto a sujeto y no por medio de las instituciones. Otra idea con la que estamos a favor, es que no se debe valorar tanto las calificaciones o diplomas sino a las personas en sí mismas por su saber y su capacidad para transmitir sus conocimientos, además de poder gozar de una educación libre, puesto que Illich defendía que se pudiese elegir con quien aprender y a quien enseñar . Sin embargo, no compartimos su enfoque de la educación vinculada a la religión puesto que no nos parece relevante en este ámbito.

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Bibliografía


Enlace: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/i/illich.htm (25.03.2011)
Enlace:http://www.ivanillich.org.mx/LiMarquez1.htm#anchor479603(28.03.2011)
Enlace: http://www.ibe.unesco.org/publications/ThinkersPdf/illichs.PDF(28.03.2011)
Enlace: http://www.ivanillich.org.mx/LiMarquez4.htm(30-03-2011)
Lüning, H.;Illich, Iván. (1974). La escuela y la represión de nuestros hijos. Madrid: Atenas.
Hannoun, Hubert. (1976). Iván Illich o la escuela sin sociedad. Barcelona: Ediciones Península.
Carreño Rivero, M. (ed.). (1999). Teorías e instituciones contemporáneas de educación. Madrid: Síntesis. Gajardo, Marcela.

8. Anexos (opcional)


http://www.youtube.com/watch?v=0ZWt7mZ6yfs&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=gAeYTBe8J3c&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=2AHnJ3w40HE&feature=related

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