01 febrero 2014

Entonces, ¿a quién matamos?

Magnífica la escena de "las uvas de la ira" en la que un grupo de agricultores que están siendo desahuciados de su tierra tratan de entender quién es el culpable de su situación. Les dicen que les expulsa "la compañía", que es la propietaria de las tierras, que los que vienen a ejecutar la orden son sólo unos mandados. La compañía debe tener un presidente; pero, al parecer, éste tampoco es responsable de la situación porque el banco le dice lo que tiene que hacer.
Los desahuciados se quedan desconcertados; "pero... entonces... ¿a quién matamos". El representante de la compañía concluye : "Yo no sé quién es el culpable", y se aleja, conduciendo su coche.




Frases como: "La compañía no es nadie, es una compañía" o "la culpa no es mía sólo cumplo órdenes", son ejemplos de lo que Max Weber llamaba la jaula de hierro de la burocracia; las personas no eligen, no toman decisiones, sus actos son sólo consecuencia de su deber como profesionales que aplican soluciones técnicas.
En estas diapositivas se nos presenta, irónicamente, a los policías, maestros, periodistas, políticos.. como personas que no son responsables de sus actos; sólo hacen su trabajo. Nadie es culpable de  lo que pasa; o, alternativamente "todos tenemos parte de la culpa". Frases como "defrauda el que puede" o "vivíamos por encima de nuestras posibilidades", se han hecho célebres en los últimos tiempos.

Las grandes empresas funcionan de manera burocrática, la toma de decisiones se basa en una serie de principios técnicos previamente establecidos. La ética empresarial es la profesionalidad; los principios morales no tienen cabida en el mundo corporativo. La única moral de la empresa es la que deriva de una nueva estrategia de marketing conocida como Responsabilidad Social Corporativa.

Una ilustración de esta teoría la podemos ver en el documental  La corporación
Corporaciones. ¿Instituciones o psicópatas? en el que se compara la forma de funcionar de las corporaciones con la toma de decisiones de un psicópata. Según la tesis que se presenta aquí los rasgos de personalidad de las corporaciones serían: 
  • Cruel indiferencia por los sentimientos de los demás
  • Incapacidad de mantener relaciones duraderas
  • Temerario desprecio por la seguridad de los demás
  • Incapacidad de sentirse culpable 
  • Incapacidad para ajustarse a las normas sociales relacionadas con el cumplimiento de las leyes.  
Si estas teorías son ciertas,parecería que cada vez se vuelve más difícil identificar a los culpables de las crisis, de las políticas de recorte, de la corrupción. Nadie tiene la culpa, o todos las tenemos.

En una entrevista reciente a Cristophe de Margerie, presidente de la petrolera francesa Total, el entrevistador le pregunta sobre la responsabilidad de las petroleras en el cambio climático, acusando directamente a Total de invertir en la producción de arenas bituminosas -petróleo no convencional altamente contaminante- en Canadá. De Margerie escurre el bulto y culpa a los políticos por no establecer un marco legal que favorezca la inversión en tecnologías limpias. Él sólo cumple su trabajo; ganar dinero para sus accionistas.
Si preguntamos a los políticos dirán que la globalización y la pérdida de soberanía de los estados no les dejan margen de maniobra; que las compañías les presionan bajo la amenaza de "sacar el dinero de su país". Como decía Ms Tatcher para justificar sus políticas de recorte de derechos: "There is no alternative". O como decía un secretario de Defensa americano "lo que es bueno para General Motors es bueno para los Estados Unidos".

Se repite el discurso. La burocracia manda. No hay culpables. La culpable es la "jaula de hierro";  el entramado de leyes, normas, y lógicas que gobiernan el actual sistema económico.  Pero entonces ¿quiénes son los arquitectos de esa jaula?, ¿quiénes la sostienen y la reproducen con sus actuaciones?, ¿no se podría suprimir esa jaula o al menos abrir la puerta?

Quizás pueda empezarse a buscar la respuesta a estas preguntas siguiendo un consejo metodológico que no viene de la academia sino de la cultura popular. Se encuentra al inicio de la canción "la droga" del grupo Guerrilla Urbana y dice algo así : mira a quién beneficia y verás el culpable.

 

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