Los recortes de derechos y la administración de fármacos deben hacerse con una adecuada dosificación, una posología correcta. Un exceso de fármaco en la jeringa puede provocar una sobredosis y la muerte del paciente. Una mala dosificación del recorte puede dar lugar a una fractura social, a una oposición excesiva y quizás a una caída del gobierno. Por eso todo político debe ser un experto en posología, un técnico capaz de distribuir equitativamente los recortes, de presentar los retrocesos sociales como algo inevitable, razonable, científico, incluso justo.
Presentamos
a continuación algunas de las estrategias de posología política
que está utilizando el actual gobierno para administrarnos los
recortes de derechos que nos está imponiendo desde que tomó el
poder. Vivimos en una sociedad compleja y plural con una
multiplicidad de posiciones sociales que llevan aparejados intereses
diversos y el poder utiliza esa pluralidad para dosificar sus
ataques.
1. La estrategia de la inevitabilidad: no hay alternativa
En primer lugar, el recorte en el gasto siempre se presenta como
algo que es inevitable. Se hurta de esta manera el debate sobre los
ingresos del Estado quitando importancia a medidas como el aumento de
los impuestos directos -los que gravan más a quienes más tienen- o
la persecución del fraude fiscal. Tampoco se cuestiona el diseño
del actual funcionamiento de las instituciones europeas, un diseño
que cada vez más economistas, entre ellos los premios nobel Krugman
y Stiglitz, consideran inviable.
Se ignora, además, la historia reciente de muchos países
latinoamericanos en los que se han aplicado políticas de corte
neoliberal parecidas a las que se están planteando ahora en España.
Estas políticas han frenado el desarrollo económico y han
aumentado enormemente la desigualdad, dando lugar en algunos casos a
sociedades fragmentadas, en las que el crimen organizado rellena los
huecos que va dejando lo público en su retroceso. En definitiva, se
parte de que en el diseño de las reformas lo que es inevitable es
tocar las actuales estructuras de poder, aunque estas nos lleven
directamente a un callejón sin salida.
2. La estrategia de lo superfluo: toda política regresiva se presentará como un aumento de la eficiencia y una reducción del despilfarro.
El recorte, además de inevitable, se hace aparecer como positivo;
se parte de la idea de que en el sector público se produce un gran
despilfarro y de que recortar es corregir ineficiencias. Es
importante, en este sentido, la noción de lo superfluo. Se dice que
una gran parte del gasto público es superfluo, lo que viene a
significar que es un despilfarro y que debe ser recortado. El
problema está en qué es lo que se define como superfluo. Todos
estamos de acuerdo en que es positivo mejorar la eficiencia de las
instituciones públicas, que es necesario que el dinero público
aporte lo máximo posible al conjunto de la sociedad. Pero definir
algunos de los servicios públicos como superfluos no es ganar en
eficiencia, es recortar la influencia de lo público, es hacer
desaparecer de la sociedad actividades que la mayoría de los
ciudadanos consideran útiles, incluso imprescindibles. Entre los
posibles candidatos a superfluo podrían encontrarse, por ejemplo, el
apoyo a la cultura de base, la cooperación descentralizada para el
desarrollo, la cobertura pública de las guarderías o la
investigación. La frase “No podemos permitirnos gastar el dinero
en esas cosas cuando hay cinco millones de parados”, refleja una
estrategia claramente populista que está relacionada también con la
estrategia del parásito que veremos más adelante. Lo que no se dice
es que el recorte en estas actividades también destruye puesto de
trabajo; de manera directa, porque la mayoría de estos gatos
“superfluos” son gastos de personal; y de manera indirecta
porque al generarse estos nuevos parados disminuirá la capacidad de
consumo, con lo cuál se resentirán, por ejemplo, actividades de
servicios asociadas al ocio como la hostelería, los servicios
culturales, etc.
3. La estrategia de goteo: ir poco a poco, sin prisa pero sin pausa
Las reformas se anuncian de manera progresiva pero continuada. Esta
estrategia está perfectamente diseñada para intentar reducir al
mínimo la oposición a los recortes. El hecho de que el goteo sea
continuo evita que se produzcan grandes movilizaciones como respuesta
a cada medida y desvincula, de esta manera, la movilización social
del calendario político de las reformas. Los movimientos sociales se
han apoyado tradicionalmente en la agenda que marcaban los políticos
como un elemento importante que cataliza la movilización; un ejemplo
son las contracumbres que han surgido en torno al movimiento
antiglobalización, que buscan aprovecharse de la cobertura mediática
que tiene la agenda política del poder.
El
goteo continuo de medidas desactiva esta estrategia porque los
movimientos sociales se ven sobrepasados, incapaces de articular
respuestas en unos espacios de tiempo tan cortos. Además de este
efecto, la estrategia de goteo busca generar una sensación de
impotencia. El anuncio de una medida al día siguiente de una gran
movilización trata de hacer ver que la protesta ha sido un fracaso,
que no ha tenido ningún efecto, que es inútil movilizarse.
4. La estrategia de la escalera: presentar los derechos como privilegios, desmantelar los bienes públicos de manera escalonada
“Botín debería pagarse sus medicamentos”. Y quizás no solo
Botín sino todos aquellos que puedan pagárselos. Esta estrategia
convierte los derechos en beneficencia como paso previo a su
desaparición. El modelo para los servicios públicos es el de la
privatización progresiva. Se busca que las clases altas y las clases
medias recurran a la educación y la sanidad privadas y que lo
público quede como un reducto para pobres. Se rebajan las
condiciones del sistema público de pensiones o la cobertura por
desempleo para que las clases medias suscriban planes privados.
La privatización de la sanidad y la educación abre nuevas
oportunidades de negocio para las empresas privadas y amplia el
espacio de influencia de la Iglesia católica. Las reformas en las
pensiones o el mercado laboral, por su parte, benefician directamente
a la banca. A través de sus think thank FEDEA la gran banca
española ha estado detrás de la reforma del sistema de pensiones y
de la reforma laboral. Su objetivo: aumentar el número de seguros
privados y planes de pensiones para obtener una mayor liquidez
5. La estrategia del parásito: desacreditar a los funcionarios como paso previo para la destrucción total de lo público.
Ser funcionario está cerca de convertirse en un estigma. El
discurso neoliberal trata de enfrentar a los ciudadanos basándose en
su pluralidad, en la multiplicidad de posiciones en la que se
encuentran y en la divergencia de intereses que eso genera. A los
asalariados se les dice que los funcionarios son vividores, vagos,
parásitos que viven de sus impuestos. A los autónomos se les dice
que los asalariados son privilegiados a los que se mantiene aunque
no haya trabajo, que son expertos en absentismo, que son
defraudadores que fingen estar enfermos para cobrar sin dar un palo
al agua. Buscan de esta manera hacer realidad el “anti-todo” del
grupo santurtziarra Eskorbuto que allá por los ochenta decía “los
que trabajan se olvidan de los parados y los que están libres de los
encarcelados, mucha violencia, todos contra todos”.
La estrategia del parásito convierte el empleo público en un
empleo ilegítimo, un empleo de último recurso. Es cierto, como
decíamos antes, que hay que buscar la eficiencia, que los
trabajadores públicos deberían ser un ejemplo de dedicación.
Muchos lo son. Pero lo que propone la estrategia del parásito no es
la eficiencia entendida de esta manera. La estrategia del parásito
define al funcionario como un no trabajador, como un ente que no
genera riqueza sino que absorbe la riqueza que genera el sector
privado. La empresa privada se convierte, de esta manera, en la única
institución económica que no requiere justificación, que es
legítima por sí misma; independientemente de que produzca alimentos
o bombas de racimo. Los economistas clásicos trataban de demostrar
que la producción privada de los medios de producción beneficiaba
al conjunto de la sociedad y, por lo tanto, partían de la idea tácita
que no era un axioma, de que debía justificarse su utilidad. En este
sentido parece que cabría preguntarse ¿por qué, en un momento en el
que las grandes corporaciones tienen más poder que muchos estados, se
cuestiona sistemáticamente lo público y no se habla de lo privado?
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En
definitiva, la dosificación en los ataques que está empleando el
gobierno es una forma de buscar la división entre los ciudadanos,
una estrategia que, unida al salto cualitativo que se avecina en
materia represiva, busca detener la movilización ante el mayor
retroceso social de nuestra historia reciente.
1 comentario:
Muy bueno!!! falta la estrategia de la alienación por diversas fórmulas, especialmente el fútbol... un poco de catarsis futbolera colectiva y ¿quién dijo Crisis?
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